lunes, marzo 17, 2008

Aplastana ‘Los Chuchos’


Itinerario Político
Ricardo Alemán
El Universal

Lunes 17 de marzo de 2008

Creían perfilarse como ganadores, pero fueron rebasados por la estrategia del control clientelar

Más allá de gane Encinas, se vio una vergonzosa muestra de la política desplegada por la izquierda

Se equivocan de manera rotunda aquellos que suponen que en la elección de ayer en todo el país —pero sobre todo en los reservorios amarillos— el PRD se jugó su futuro. En días pasados menudearon las voces que colocaban las alternativas de Jesús Ortega y Alejandro Encinas como polos opuestos; lo más parecido al paraíso, en el primer caso, y al infierno, en el segundo.

Y se equivocan, porque si bien existen diferencias abismales entre la cultura política de unos y otros —Los Chuchos son herederos de una práctica política que privilegia el diálogo, la negociación y el acuerdo, y los lopiztas colocan por sobre cualquier estrategia la confrontación—, lo cierto es que tanto Chuchos como Lopos son las dos caras de una misma moneda: la de una izquierda que, alejada de su doctrina, creció hasta los cuernos de la luna no por su ideario y su eficiente práctica política, sino por un exitoso populismo trasnochado que, pasado el clímax, empieza a ver su descenso.

Hasta el momento de cerrar el presente texto, durante la noche comenzaba a fluir información de que se habría impuesto la estrategia de López Obrador y Encinas, aunque durante el día hubo datos de encuestas de salida independientes que le daban al candidato de Nueva Izquierda, Jesús Ortega, una ligera ventaja sobre el delfín del derrotado candidato presidencial, AMLO, a pesar de que fue evidente a lo largo del día que en todos los estados, municipios y demarcaciones del Distrito Federal, donde Los Chuchos tenían posibilidades de triunfo, menudearon los intentos por reventar la elección.

No es casual que los mayores focos rojos que registró la elección del nuevo dirigente nacional del PRD se produjeran en Iztapalapa y Ecatepec —y en general en la zona conurbada del Distrito Federal, donde Nueva Izquierda tiene el control casi total del perredismo—, además de los estados de Oaxaca y Veracruz, donde los aliados de López Obrador, los convergentes Gabino Cué y Dante Delgado, movilizaron a sus tribus para reventar la elección.

Se produjo, a los ojos de todos, mano negra a favor de Alejandro Encinas.

Y al parecer dieron buen resultado todos los intentos de la dupla Encinas-Obrador por ensuciar la elección —aunque en buen castellano lo que hicieron no tiene otro nombre que el de intentar un fraude electoral al interior del propio PRD—. En el fondo lo que vimos fue una competencia de estrategias en donde los lopiztas recurrieron a todo tipo de trampas, chapuzas y marrullerías, antes y durante la elección, en tanto que Los Chuchos diseñaron una estrategia para anular todo el cochinero desplegado por sus adversarios. Y claro, también hicieron lo suyo. Se sabe, sin embargo, que habría fallado el planteamiento de Nueva Izquierda.

Para empezar, y a pesar de todo, Los Chuchos nunca descalificaron al árbitro, ni hablaron de recurrir a los tribunales institucionales. Tampoco asumieron una postura estridente ante la evidencia pública de trampas e irregularidades desplegadas en su contra y, en términos generales, nunca se tragaron el anzuelo de abrir la menor rendija a una posible anulación del proceso electoral interno.

Todavía la víspera de la elección, el sábado 15, el señor Alejandro Encinas denunció que le llegaron de manera anónima un millar de boletas reales, que presuntamente serían empleadas para favorecer a Los Chuchos.

Sin embargo, la maniobra fue tan burda que luego de una rápida indagatoria sobre la irregularidad denunciada resultó que el ladrón de las boletas electorales fue identificado como uno de los operadores políticos de Arturo Núñez, el árbitro de la contienda, tabasqueño impuesto por AMLO, priísta hasta hace meses, y ni siquiera legalmente habilitado como perredista. Tampoco en ese caso Los Chuchos cayeron en la provocación para anular el proceso, y tampoco cuando se documentaron robo de boletas y urnas, ratones locos, urnas embarazadas, tacos de boletas y que, en el extremo, fueron golpeados dos diputados que coordinaban las campañas de Ortega y Zambrano.

Pero todo indica que el grupo de Encinas y López Obrador se alzó con el triunfo, y evitó tropezar con la misma piedra que en julio de 2006. ¿A qué nos referimos?

Muy fácil, que la estrategia de Los Chuchos se basó en dos variables fundamentales. Primero, lo que ya señalamos líneas arriba: en el diseño de los anticuerpos para impedir que fuera reventada la elección e impedir que se llegara al extremo de anularla. Y segundo, que con mucho dinero —que por cierto, nadie sabe de dónde salió—, los estrategas de Nueva Izquierda dieron forma a una estructura piramidal para llevar a los votantes a las urnas.

Y esa estructura, que en verdad es un invento de lo más depurado del PRI en materia electoral —diseñado en realidad por el hoy retirado de la política y dedicado al periodismo César Augusto Santiago—, no es más que el cuidadoso diseño de un padrón de electores, su ubicación, la atención de sus necesidades y satisfactores, y el convencimiento para que el domingo de la votación salga de su casa, se suba a un camión, a una pesera, a un taxi, llegue a la casilla y vote. Eso, por supuesto, requiere estrategia y dinero, mucho dinero. Y dinero hubo.

Pero al parecer nada de eso funcionó. Los Chuchos creían perfilarse como los ganadores, pero fueron rebasados por la otra estrategia, también priísta, del control clientelar. Y no nos referimos a sus habilidades para sembrar su doctrina, su disciplina de partido, la eficacia de sus gobernantes o representantes populares. No, simple y llanamente que en tres ocasiones anteriores a Los Chuchos les habían ganado a la mala la dirigencia del PRD. Hoy les aplicaron la misma dosis.

Al final de cuentas, y más allá de que resulte ganador Encinas, lo que vimos de manera pública es una vergonzosa muestra de la política que es capaz de desplegar esa izquierda mexicana, que cada vez deja de serlo para emparentarse con el viejo PRI, y que ya se olvidó de las ideas, de las propuestas, de la doctrina, y avanza en los espacios de poder sólo a partir de la trampa y el anticuerpo. Y esa es la izquierda que defienden muchos de los prohombres de las ideas.

aleman2@prodigy.net.mx

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